Fue una jornada poco habitual. Desde muy temprano, en los alrededores de la Bombonera, se empezó a reunir mayor cantidad de gente de lo normal. Siempre hay contingentes de turistas que incluso pasean por los alrededores del estadio Alberto J. Armando con un guía turístico, pero esta vez los detalles de la historia de Boca tenían un eco extraño. Los primeros minutos de la mañana fueron casi de un silencio respetuoso, sepulcral. De a poco empezaron a llegar las coronas dedicadas que fueron apostadas sobre la histórica Puerta 3, por donde el público en general hizo su ingreso y egreso. El vallado se extendió a lo largo de la calle Brandsen y se ubicó en paralelo a la cancha también por Dr. del Valle Iberlucea.
“No hay placer más grande que ser hincha de Boca. Gracias Miguelo, QEPD. Nunca te olvidaré”, es el mensaje escrito sobre dos piezas de cartón y que lleva puesta una gorra con el escudo de Boca y una bandera con los colores del club colgada en el cuello como capa de superhéroe. Lentamente, el público se va ubicando a la espera de la apertura de puertas, que estaba anunciada para las 10 de la mañana y se posterga porque es turno del momento íntimo para el plantel, cuerpo técnico y dirigentes de Boca con los familiares e íntimos de Miguel. Entre mucho azul y oro, asoman las primeras camisetas de otros equipos: Estudiantes de La Plata, Rosario Central y San Lorenzo. Más tarde aparecerían las de Lanús, Millonarios de Colombia, Independiente y hasta River, representado por un muchacho que se calzó la 10 de Juanfer Quintero y le rindió homenaje al DT boquense que, según reveló, luchó con una enfermedad similar a la de su padre. Muchos salen quebrados, les es imposible contener las lágrimas.
Las coronas siguen llegando y son ubicadas a los costados de la puerta de ingreso. Entre ellas, se distingue una con flores azules y amarillas que está firmada por el Club Atlético River Plate. Al estar tan lejos de la vista de todos, casi pasa desapercibido. Solamente por medio del zoom de una cámara se pudo constatar la señal de respeto del rival de toda la vida en un momento tan doloroso. Al lado hay otros ramos de flores dedicados por Rosario Central, la familia de Gonzalo Belloso (presidente canalla), la Mutual de ex jugadores del CABJ, la comisión directiva de Cerro Porteño de Paraguay, agrupaciones de Boca, la intendencia de Lanús y del presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol. Más tarde, aparecería la del representante Christian Bragarnik.
En horas del mediodía, se colgaron dos banderas: “Jugador N° 12″ y “De Boca hasta la muerte”. Arribó Juan Román Riquelme, Marcelo Delgado, la mesa chica de la junta directiva de Boca y los ex integrantes del Consejo de Fútbol, Chicho Serna y Raúl Cascini. También lo hicieron representantes de Central: Gonzalo Belloso, su esposa y vicepresidenta Carolina Cristinziano, Kily González (hoy DT de Platense) y Hernán Rifle Castellano, entre otros. Al rato, llegaría el plantel desde Rosario encabezado por Ángel Di María, quien no llegó a ser dirigido en su retorno al Canalla, pero sí le reconoció públicamente todo lo que le había dado al club de sus amores.
La procesión a lo largo del jueves fue interminable. De público común y de referentes del fútbol. No faltaron ni siquiera Jorge Brito e Ignacio Villarroel, mandatarios riverplatenses que se cruzaron de vereda por un rato para enaltecer al fútbol argentino. Hubo minutos de silencio en varios entrenamientos. Había sucedido lo mismo en el vespertino que afrontó ayer la selección argentina en Miami. Hasta Lionel Messi se expresó en las redes sociales para reconocer a un hombre que -literalmente- dio la vida por el fútbol. Se fue cargado de pasión, se fue reconocido por el pueblo futbolero y acompañado de un círculo íntimo que respetó su decisión de dar el último suspiro como DT de un equipo. De elite. Compitiendo. Dando batalla en el campo y fuera de él.
Miguel Russo así lo quiso. Irse en actividad, irse feliz, irse reconocido, irse vigente. Riquelme le abrió las puertas y le cumplió el último deseo que tenía dentro del fútbol. En Boca, el último entrenador que ganó la Libertadores, se ganó el cielo azul y oro.